Modern Art – Ágora Barcelona – Eiertanz

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Ayer miércoles nos reunimos en casa de Andrés, Ángel, Chema, un servidor y el susodicho, o sea, Andrés. Nuestra sesión de Juegos de mesa –antes hubo reunión de trabajo y demostraciones guitarriles y eyetoysarianas – comenzó con el Modern Art, un juego de subastas de supuestas obras de arte, con una mecánica original al haber diferentes tipos de subastas. Me costó cogerle el tranquillo al juego y cuando por fin lo hice, Ángel ya estaba montado en el dólar y Andrés tenía bastante dinero (por supuesto ganaba el que más puntos, digo dinero, tenía al final del juego).

Lo que más me gusta: El que haya cuatro tipos diferentes de subastas, la forma de decidir en caso de empate qué pintor era el más cotizado (el que más obras ha pintado tiene menos valor que el que más obras ha pintado) y la acumulación del valor de las obras de un pintor de un año para otro.
Lo que menos me gusta: Sin duda el grafismo, bastante pobre para un juego con esa temática.
Conclusión: Modern Art es un entretenido y recomendable juego de subastas, que se juega en apenas media hora y que como todo juego de subastas obliga a una interacción continua entre los jugadores que se agradece pues siempre tienes la sensación de poder hacer algo aunque no sea tu turno.

A continuación nos pusimos con Ágora Barcelona, uno de los tres juegos españoles editados en el último año, juego de Oriol Comas i Coma y Jep Ferret con los que tuve el privilegio de jugar en el I Encuentros nacional de Juegos de mesa y que está en la ludoteca ideal de Bruno Faidutti. Ágora Barcelona es un juego con vocación de juego introductorio de mayorías gracias a unas reglas muy sencillas que permiten a los jugadores desbarrar sobre cualquier tema mientras echas una partidita. Esta vez Chema y yo nos disputamos una partida que ganó Chema por un miserable punto.

Lo que más me gusta: La sencillez de las reglas que permite un público muy amplio, las decenas de meeples sobre el tablero y el elegante diseño gráfico de las cartas.
Lo que menos me gusta: La sensación de que hasta los últimos turnos solo te dedicas a ir colocando meeples esperando que llegue el momento de decidir qué hacer.
Conclusión: Su mayor defecto es a la vez su mayor fortaleza: la sencillez de las reglas. Un juego ideal para jugar con amigos poco jugones o con la familia (como bien decía Chema, es un juego en el que los niños pueden jugar con la sensación de entender el juego).

Terminamos la partida con el divertido juego de los huevos: Eiertanz. Juego en el que demostré mi torpeza pues solo fui capaz de coger los dos últimos huevos cuando todos los demás sujetaban dos o tres huevos como podían y yo estaba todavía libre de movimientos. La partida demostró que conviene jugar con más de una decena de huevos pues se acabaron los huevos y a nadie se le había caído ninguno todavía.

Lo que más me gusta: Las risas que te echas.
Lo que menos me gusta: La sensación de ridículo que te queda cuando eres el único normal de la partida por la única razón de no haber sido capaz e coger un huevo.
Conclusión: Conviene jugar con más de una decena de huevos, para reírte del torpe al que se le ha caído el huevo.


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