Crónicas runeras
/
1 Comments
Inauguramos una nueva sección en el blog. Se trata de las Crónicas runeras, donde diversos runeros nos hablarán de los viernes en Marconi:
Carlos se presentó este viernes con uno de sus curiosos juegos bajo el brazo: Santiago. Se trata de un refrescante juego para jugar entre 3 a 5 jugadores en no más de 90 minutos.
El objetivo consiste en apropiarse de campos cuanto más productivos mejor y de cuidar que no les falten agua. Los diferentes productos que el terreno nos dará si lo cuidamos con esmero vienen representados en hermosas losetas coloreadas. Cada loseta además nos indica cuánto puede llegar a producir el terreno en cuestión. El reverso de cada loseta es idéntico para todas: un terreno seco, yermo.
Sobre un campo en principio vacío, y tras ubicar el único manantial de agua, los jugadores añadirán poco a poco las losetas y colocarán a jornaleros propios sobre ellas. Pero ésto no basta: el agua ha de llegar o tanto esfuerzo no servirá para nada.
En este juego no sólo fluye el agua. También y mucho más deprisa si cabe, corre el dinero de mano en mano. A la vista de las losetas disponibles para el turno, los jugadores pujan por conseguir las mejores. Pero el que menos puje se convierte en el capataz que supervisa las conducciones de regadío. Será este jugador el que tendrá el privilegio de decidir por dónde correrá el preciado elemento. Es el momento de granjearse la simpatía de tan poderoso señor a golpe de dinero, claro. El resto de los jugadores le hacen sugerencias apoyadas con billetes. No hay que olvidar que el capataz tiene también sus propios intereses en las parcelas. Ésto nos debería de orientar cuán elevado ha de ser el soborno para conmoverle. A pesar de las tentaciones, el capataz siempre puede hacer caso omiso de las sugerencias y llevar el agua hacia su propiedad, pero tal arrogancia la tiene que pagar. El importe es variable dependiendo de la mayor cantidad ofrecida entre las sugerencias rechazadas, lo que también nos da una pista. Llega el momento de escuchar el gorgoteo del agua anegando la tierra sedienta... ¡los que han sido hábiles, por supuesto! Los demás deberán reducir la productividad de sus parcelas o en el peor de los casos ver cómo se secan irremisiblemente. No será hasta el final cuando se concrete la producción en dinero contante y sonante. Puntuarán las palmeras, los trabajadores y el tamaño de las plantaciones. Éste último es un factor que puede proporcionar (muy a nuestro pesar) puntos a nuestros adversarios gracias a nuestro esfuerzo.
Juego que se aprende rápidamente y ágil en su desarrollo. Las pujas y los sobornos te colocan siempre en la díficil disyuntiva de invertir o ahorrar un dinero que nunca es suficiente. Su precio, en torno a los 15 euros, lo hacen muy recomendable para amenizar veladas entre amigos con pocas ganas de calentarse los cascos.
Habíamos dejado a nuestro amigo Carlos sorprendiéndonos con un exótico juego de jornaleros doblando el espinazo. Humilde nos confiesa que no es un gran juego pero que a él le gusta. Le agradecemos su interés por compartir sus pequeños tesoros y nos metemos en faena. Carlos reconoce no recordar muy bien las reglas y lo confirma hojeándolas de vez en cuando mientras nos las explica con esa facilidad entrenada por su dedicación a la farándula. Enseguida nos ponemos a ello. Ya en el segundo turno empecé a maldecir lo pronto que se me iban los billetes. El campo se fue tiñendo multicolor y el agua serpenteaba no para gusto de todos. Miradas codiciosas se cruzaban tratando de sacar el máximo provecho a la eventual profesión de Guardián de las Aguas. No hubo en momento alguno tedio pues de vez en cuando Carlos rescataba una regla del manual, disculpándose por su mala memoria. Dejó la mejor para el final, o al menos fue entonces cuando yo me enteré de que a plantaciones más grandes, mas emolumentos. El caso es que nos ganó. Nosotros ganamos unos gratos momentos y el haber descubierto un juego interesante.
Texto y fotos: Juan
Carlos se presentó este viernes con uno de sus curiosos juegos bajo el brazo: Santiago. Se trata de un refrescante juego para jugar entre 3 a 5 jugadores en no más de 90 minutos.
El objetivo consiste en apropiarse de campos cuanto más productivos mejor y de cuidar que no les falten agua. Los diferentes productos que el terreno nos dará si lo cuidamos con esmero vienen representados en hermosas losetas coloreadas. Cada loseta además nos indica cuánto puede llegar a producir el terreno en cuestión. El reverso de cada loseta es idéntico para todas: un terreno seco, yermo.
Sobre un campo en principio vacío, y tras ubicar el único manantial de agua, los jugadores añadirán poco a poco las losetas y colocarán a jornaleros propios sobre ellas. Pero ésto no basta: el agua ha de llegar o tanto esfuerzo no servirá para nada.
En este juego no sólo fluye el agua. También y mucho más deprisa si cabe, corre el dinero de mano en mano. A la vista de las losetas disponibles para el turno, los jugadores pujan por conseguir las mejores. Pero el que menos puje se convierte en el capataz que supervisa las conducciones de regadío. Será este jugador el que tendrá el privilegio de decidir por dónde correrá el preciado elemento. Es el momento de granjearse la simpatía de tan poderoso señor a golpe de dinero, claro. El resto de los jugadores le hacen sugerencias apoyadas con billetes. No hay que olvidar que el capataz tiene también sus propios intereses en las parcelas. Ésto nos debería de orientar cuán elevado ha de ser el soborno para conmoverle. A pesar de las tentaciones, el capataz siempre puede hacer caso omiso de las sugerencias y llevar el agua hacia su propiedad, pero tal arrogancia la tiene que pagar. El importe es variable dependiendo de la mayor cantidad ofrecida entre las sugerencias rechazadas, lo que también nos da una pista. Llega el momento de escuchar el gorgoteo del agua anegando la tierra sedienta... ¡los que han sido hábiles, por supuesto! Los demás deberán reducir la productividad de sus parcelas o en el peor de los casos ver cómo se secan irremisiblemente. No será hasta el final cuando se concrete la producción en dinero contante y sonante. Puntuarán las palmeras, los trabajadores y el tamaño de las plantaciones. Éste último es un factor que puede proporcionar (muy a nuestro pesar) puntos a nuestros adversarios gracias a nuestro esfuerzo.
Juego que se aprende rápidamente y ágil en su desarrollo. Las pujas y los sobornos te colocan siempre en la díficil disyuntiva de invertir o ahorrar un dinero que nunca es suficiente. Su precio, en torno a los 15 euros, lo hacen muy recomendable para amenizar veladas entre amigos con pocas ganas de calentarse los cascos.
Habíamos dejado a nuestro amigo Carlos sorprendiéndonos con un exótico juego de jornaleros doblando el espinazo. Humilde nos confiesa que no es un gran juego pero que a él le gusta. Le agradecemos su interés por compartir sus pequeños tesoros y nos metemos en faena. Carlos reconoce no recordar muy bien las reglas y lo confirma hojeándolas de vez en cuando mientras nos las explica con esa facilidad entrenada por su dedicación a la farándula. Enseguida nos ponemos a ello. Ya en el segundo turno empecé a maldecir lo pronto que se me iban los billetes. El campo se fue tiñendo multicolor y el agua serpenteaba no para gusto de todos. Miradas codiciosas se cruzaban tratando de sacar el máximo provecho a la eventual profesión de Guardián de las Aguas. No hubo en momento alguno tedio pues de vez en cuando Carlos rescataba una regla del manual, disculpándose por su mala memoria. Dejó la mejor para el final, o al menos fue entonces cuando yo me enteré de que a plantaciones más grandes, mas emolumentos. El caso es que nos ganó. Nosotros ganamos unos gratos momentos y el haber descubierto un juego interesante.
Texto y fotos: Juan
Tengo el juego pero todavía no he jugado ninguna partida.
ResponderEliminarPor cierto, traduje las instrucciones al español.
http://www.boardgamegeek.com/
fileinfo.php?fileid=17205
¿las habeís usado? ¿os han ayudado?
Un saludo