El Grande - Caylus
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Me decido a iniciar este blog comentando las sesiones de juegos de mis dos grandes aficiones, a saber, el golf y los juegos de mesa. Comienzo con las partidas que acometí el pasado fin de semana.
El domingo por la mañana acudí como es habitual al Club Dragón donde, desde hace pocos meses, acudo semanalmente para matar el gusanillo. Este domingo tocaba probar, por gentileza de Eduardo, el aclamado desde hace tiempo El Grande que todavía no había tenido oportunidad de probar. Nos encontramos allí Eduardo, David y un servidor. Después de unas someras explicaciones y unas rápidas lecturas a las reglas -ninguno de los tres habíamos jugado nunca, ni siquiera Eduardo- comenzamos nuestra primera partida.
Durante esta partida me dedique a jugar las cartas de puntuación (a scorear como suelo decir arreando recias patadas al diccionario). El resultado fue que me escapé en el marcador, seguido relativamente de cerca por David y con un Eduardo incapaz de puntuar. Así llegamos al primer recuento de puntos.
Mientras pude continué con mi táctica que me reportó una cómoda ventaja al final del sexto turno y por tanto segundo recuento de puntos, beneficiado además por un par de acciones de David que intentando perjudicarme no hicieron otra cosa que darme una gran ventaja. Después me relajé y me dejé ir, sabedor de que era casi imposible perder. Conseguí colocar a todos mis caballeros dentro del tablero y a pesar del rush final de Eduardo, mi victoria nunca corrió verdadero peligro (el orden de puntuación final le dio una emoción artificial pues yo tenía mayoría en las dos últimas regiones (Granada y Valencia).
Pletórico de moral comenzamos la segunda partida y después de los tres primeros turnos y de una equivocación brutal al no jugar una carta de puntuación que me hubiera dado unos quince puntos, me di cuenta que habíamos regalado la partida a David. En efecto, Eduardo y yo nos enfrascamos en una lucha denodada por Castilla la Nueva y Sevilla dejando que David se apropiara prácticamente de todo el norte (Galicia, País Vasco y Aragón). Cuando intenté reaccionar ya era demasiado tarde y además no supe emplear un Veto ante una acción que claramente me hundía. Al final, victoria fácil para David.
Por la tarde y después de desestimar nuestro habitual partido de Golf ante la nevada caída, quedamos en mi casa para una velada de juegos. Allí aparecieron Jose-Tose, David-Cuerco, Luis-Tulli, Jessica y un servidor. Después de un rato de discusiónnos decantamos por el que se ha convertido un clásico en nuestro grupo: Caylus.
Intento recordar qué es lo que decantó el juego hacia uno u otro lado y no se me ocurre nada. El caso es que excepto en los primeros turnos en ningún momento tuve dificultades con el dinero y fuí el primero en recolectar oro. A mitad de partida David iba en una ficticia primera posición mientras que yo iba en una segunda posición pero virtualmente primero pues tenía 3 cubos de oro por ninguno de David. De ahí al final me dediqué a recolectar oro y piedra para construir el distrito noble más valioso en cuanto no hubiera peligro con el preboste y construir lo mínimo imprescindible en el castillo. La victoria terminó cayendo de mi lado a pesar de que Jessica que había pasado desapercibida durante la partida casi me destrona en un espléndido sprint final.
El Grande
El domingo por la mañana acudí como es habitual al Club Dragón donde, desde hace pocos meses, acudo semanalmente para matar el gusanillo. Este domingo tocaba probar, por gentileza de Eduardo, el aclamado desde hace tiempo El Grande que todavía no había tenido oportunidad de probar. Nos encontramos allí Eduardo, David y un servidor. Después de unas someras explicaciones y unas rápidas lecturas a las reglas -ninguno de los tres habíamos jugado nunca, ni siquiera Eduardo- comenzamos nuestra primera partida.
Durante esta partida me dedique a jugar las cartas de puntuación (a scorear como suelo decir arreando recias patadas al diccionario). El resultado fue que me escapé en el marcador, seguido relativamente de cerca por David y con un Eduardo incapaz de puntuar. Así llegamos al primer recuento de puntos.
Mientras pude continué con mi táctica que me reportó una cómoda ventaja al final del sexto turno y por tanto segundo recuento de puntos, beneficiado además por un par de acciones de David que intentando perjudicarme no hicieron otra cosa que darme una gran ventaja. Después me relajé y me dejé ir, sabedor de que era casi imposible perder. Conseguí colocar a todos mis caballeros dentro del tablero y a pesar del rush final de Eduardo, mi victoria nunca corrió verdadero peligro (el orden de puntuación final le dio una emoción artificial pues yo tenía mayoría en las dos últimas regiones (Granada y Valencia).
Pletórico de moral comenzamos la segunda partida y después de los tres primeros turnos y de una equivocación brutal al no jugar una carta de puntuación que me hubiera dado unos quince puntos, me di cuenta que habíamos regalado la partida a David. En efecto, Eduardo y yo nos enfrascamos en una lucha denodada por Castilla la Nueva y Sevilla dejando que David se apropiara prácticamente de todo el norte (Galicia, País Vasco y Aragón). Cuando intenté reaccionar ya era demasiado tarde y además no supe emplear un Veto ante una acción que claramente me hundía. Al final, victoria fácil para David.
Caylus
Por la tarde y después de desestimar nuestro habitual partido de Golf ante la nevada caída, quedamos en mi casa para una velada de juegos. Allí aparecieron Jose-Tose, David-Cuerco, Luis-Tulli, Jessica y un servidor. Después de un rato de discusiónnos decantamos por el que se ha convertido un clásico en nuestro grupo: Caylus.
Intento recordar qué es lo que decantó el juego hacia uno u otro lado y no se me ocurre nada. El caso es que excepto en los primeros turnos en ningún momento tuve dificultades con el dinero y fuí el primero en recolectar oro. A mitad de partida David iba en una ficticia primera posición mientras que yo iba en una segunda posición pero virtualmente primero pues tenía 3 cubos de oro por ninguno de David. De ahí al final me dediqué a recolectar oro y piedra para construir el distrito noble más valioso en cuanto no hubiera peligro con el preboste y construir lo mínimo imprescindible en el castillo. La victoria terminó cayendo de mi lado a pesar de que Jessica que había pasado desapercibida durante la partida casi me destrona en un espléndido sprint final.